Tener un rincón en casa donde desconectar, tirar de shisha y estar a gusto no es ningún lujo. Es más, puede que lo necesites más de lo que crees. Porque salir siempre no es barato, y porque a veces apetece más estar en tu propio espacio que en un local lleno de ruido y postureo.
Montarte tu propia lounge de cachimba no es tan complicado. Hace falta algo de maña, un poco de gusto, y ganas de hacerlo bien. Si lo haces a medias, al final no la usas. Si lo haces bien, se convierte en tu refugio.
Busca el sitio con cabeza
No te líes. No necesitas una mansión. Basta con un rincón bien pensado. Si tienes una terraza cerrada o un salón amplio, mejor. Pero si solo tienes un hueco en tu habitación, también se puede apañar. Lo importante es que no acabes ahumando toda la casa. Que corra el aire, y si puedes poner un ventilador o abrir ventanas, eso que te llevas.
Evita los espacios con techos bajos o sin salida de humo. Acabarás oliendo a tabaco hasta en la ropa del armario. No mola.
Decide el rollo que le quieres dar
Piensa en cómo quieres que se sienta el sitio. ¿Te va lo clásico, con rollo árabe? Alfombras, cojines en el suelo, luces tenues. ¿Prefieres algo más moderno, limpio y minimalista? Con luces LED y muebles de líneas rectas. ¿O eres más de mezclarlo todo y que quede chill?
Elige un estilo y cúrratelo un poco. Mezclar por mezclar suele acabar en desastre. Y no hace falta gastarse una pasta. Con cuatro detalles bien elegidos, el sitio cambia de cara.
Luz cálida y sin estridencias
La iluminación lo cambia todo. Puedes tener una shisha top y un sofá que parece una nube, pero si te enchufas una bombilla blanca de cocina, te cargas el ambiente.
Tira de tiras LED, lámparas con luz amarilla o incluso alguna vela (eléctrica, por si acaso). Si puedes regular la intensidad, mejor. Nada como una luz suave para crear un ambiente que invite a quedarse un rato largo.
Y si encima puedes cambiar los colores, puedes adaptar el ambiente al humor del día. O a los colegas que vengan.
Cómodo, sí, pero con estilo
Ni te sientes en una silla de cocina, ni conviertas el salón en una feria de cojines sin sentido. Busca un punto medio.
Un sofá cómodo o unos puffs grandes son apuesta segura. Necesitas una mesa firme donde apoyar la cachimba y los accesorios sin que tiemble todo al mover la manguera. También viene bien tener algún sitio para dejar el tabaco, el carbón o las pinzas sin andar rebuscando cada vez.
El espacio tiene que invitar a quedarse, pero sin parecer que te vas a quedar a vivir.
La shisha, que sea buena
Aquí no hay medias tintas. Si vas a montar un espacio, invierte en una cachimba que tire bien. No hace falta que sea la más cara del mercado, pero sí que esté bien construida y tenga buen tiro.
Y no te olvides de lo que la acompaña. Una cazoleta que funcione bien con el tabaco que uses. Un gestor de calor que no sea de los que te abrasan el sabor. Carbón natural, siempre. Y una manguera cómoda, que no se retuerza como un cable de teléfono viejo.
Elige dos o tres sabores distintos para tener variedad. Uno afrutado, otro más fresco, y alguno más intenso para cuando estés con ganas.
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Dale vida con los sentidos
Esto no va solo de fumar. Va de montar una experiencia. Pon música, pero no te pongas reguetón a todo trapo a no ser que esa sea la intención. Una playlist suave, algo lo-fi o un poco de música oriental y ya está. Que acompañe, no que moleste.
Si te va el rollo, un poco de incienso o un difusor con olor suave puede ayudar. Y si te da por preparar algo de picar o un té, te marcas un planazo.
Y ojo con la seguridad
No te hagas el loco. El carbón quema, y mucho. No lo dejes sobre cualquier superficie ni lo pierdas de vista. Ten siempre un plato metálico o algo resistente para manejarlo. Y ventila, aunque estés cómodo.
Después de cada sesión, limpia la cachimba. Si no, la próxima vez sabrá a rayos. Y créeme, no hay cosa que quite más las ganas. Tener tu propio espacio de cachimba no es un capricho. Es un plan. Uno que puedes disfrutar a tu manera, sin horarios ni prisas. Montártelo bien solo depende de ti. Y cuando lo hagas, verás cómo más de uno te pregunta: “¿y esto dónde lo has comprado tú?”.